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Si el presente del negocio bioenergético es bueno en todo el mundo su futuro será, como sostienen los analistas, aún mejor. En el caso argentino, por las condiciones del sector agropecuario y el escenario previsto hacia 2020 por el Ministerio de Agricultura de la Nación (157 millones de toneladas de granos), la generación de energías renovables ya se perfila como un desafío a
corto plazo que promete beneficios y desarrollo en los territorios.

El equipo Proyecto Valor Agregado en Origen Precop III, coordinado por el técnico del INTA Mario Bragachini, acaba de publicar el documento “Bioenergía y agroalimentos, oportunidad para el productor agropecuario argentino”, que evalúa distintas alternativas de corto plazo para producir energía en el mismo sitio donde se generan las materias primas y convertirla en un negocio estratégico que, además de mejorar la competitividad del productor agropecuario, permita el desarrollo de los pueblos. “Tenemos una producción tremendamente excedentaria en biomasa vegetal que debe aprovecharse a partir de la producción de agroalimentos y bioenergía estratégica en origen”, consideró Bragachini.

Con las estimaciones del PEA, la afirmación de Mario Bragachini tiene peso propio: la superficie cultivada del país alcanzará las 42 millones de hectáreas en los próximos ocho años, lo cual sumado al aumento de productividad en los principales cultivos permitiría cosechar 157 millones de toneladas de granos. En el caso de los biocombustibles el aumento será del 317 por ciento, cuyas exportaciones pasarán de 1.277 a 5.320 millones de dólares en 2020 y el biodiesel de soja representará la mayor proporción.

Para el especialista, este escenario implica comenzar a generar “bioenergía en origen, un término que cada día se asociará más al del valor agregado en origen y constituye una excelente oportunidad para el productor agropecuario argentino”. Este escenario, destacó el coordinador del Precop III, puede ser aprovechado por empresas integradas por los mismos agricultores que producen la biomasa y “así generar mayor trabajo local y una mejor distribución de la renta”.

En este sentido, los 2.172 intendentes del interior del país tendrán una participación estratégica y en todo momento deberán ser los motivadores y facilitadores del desarrollo agroindustrial y agroalimentario que se desea realizar: “Industrializar la ruralidad”, indica el documento, mediante parques industriales y agroalimentarios y de energía renovable que serán una constante de la década.

Asociarse como valor agregado
La llave para los mejores resultados en producción de bioenergías y agregado de valor en origen “está en el asociativismo, la herramienta necesaria para posibilitar la participación de los productores agropecuarios y de las pymes”, explicó Fernando Ustarroz, integrante del Precop III.

Dentro de las bioenergías más utilizadas a escala mundial se encuentran el bioetanol y el biodiesel. Gastón Urrets Zavalía, técnico del INTA Manfredi y participante del trabajo, ponderó la potencialidad de la Argentina al ser el principal exportador de biodiesel del mundo, además de las grandes posibilidades de incrementar el consumo interno de estos biocombustibles.

Las proyecciones estiman que en la Argentina, en 2014, habrá entre ocho y diez plantas productoras de etanol en base a grano de maíz, la mayoría en la provincia de Córdoba; de hecho, existe ya una en funcionamiento y otra comenzará a producir dentro de tres meses. En lo que respecta al biodiesel, actualmente hay 26 plantas localizadas en seis provincias argentinas: Buenos Aires, Neuquén, San Luis, Salta, Chaco y Córdoba. La mayoría está en los alrededores del puerto de Rosario –Santa Fe–.

En esta línea, para 2020 –según proyecciones del PEA 2– la producción nacional de maíz superaría las 40 millones de toneladas. Esto significa que la Argentina podrá moler seis millones de toneladas de maíz para producir etanol, aumentar el consumo interno del grano de maíz en un 91 por ciento tanto para molienda seca, molienda húmeda, producción porcina, producción aviar y la producción bovina de leche y carne y aún así incrementar el saldo exportable actual de grano de 13 a 17 millones de toneladas.

La diferencia entre la producción actual y potencial de aceite y biodiesel de soja se da por la exportación de granos no procesado (casi del 20 por ciento) y por el consumo interno del grano de soja procesado en las plantas de extrusado-prensado que extraen menos aceite pero producen expeller, un producto de excelente calidad para alimentación animal.

“Hay gran potencial de incremento en la producción nacional de biodiesel debido a la transformación del grano que hoy se exporta sin valor agregado”, dijo Urrets Zavalía.

Fuente: INTA
 
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