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La segunda ola de frío polar de este invierno en Norteamérica volvió a convertir la región de las cataratas del Niágara en un espectáculo de hielo y nieve que atrae a aquellos turistas que se atreven a disfrutar de la naturaleza con 30 grados bajo cero. 


 El martes, con la llegada del frío extremo del "vórtice polar", el segundo que este año atenaza Canadá, las temperaturas en la región de Niagara, la zona más sureña del país, se desplomaron a menos 20 grados centígrados. Pero con vientos de hasta 11 kilómetros por hora, la sensación térmica era inferior a los 30 grados bajo cero, una temperatura en que la piel se congela en pocos minutos.
Al pie de las cataratasm, una espesa costra de hielo cubre la superficie, dejando sólo un pequeño espacio de agua líquida donde normalmente en el verano caen 2.500 metros cúbicos de agua por segundo. Según Juan Carlos Duarte, un guía turistíco de las cataratas, en las zonas más cercanas al lado estadounidense el hielo tiene un espesor de 10 metros y no habría ningún problema para cruzarlo a pie desde el lado canadiense.
 
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