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El Ayuntamiento de Roma prohíbe comer en las calles del centro histórico de la capital italiana, según un decreto que se ha hecho público, que establece multas que irán desde los 25 a los 500 euros para quienes violen la normativa.
El consistorio defiende la medida amparándose en que lo hace para proteger los lugares de interés histórico, artístico o arquitectónico de la polución turística. Sin embargo, de llevarse a cabo, podría afectar muy negativamente tanto a los ciudadanos romanos como a los millones de turistas que cada año acuden a la Ciudad Eterna.
 
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