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El origen de los rayos de más alta energía que se desplazan por el universo, la radiación gama, producto del colapso de estrellas masivas o de titánicos choques estelares con esos monstruos cósmicos llamados agujeros negros, que todo lo devoran, es todavía un misterio que desconcierta a los astrofísicos.
Sin embargo, un megaproyecto internacional ya en marcha y en el que participan más de 1000 científicos de cinco continentes tal vez ayude a resolverlo. Es más, uno de
los candidatos firmes para albergar esta iniciativa, que intentará detectar y medir las explosiones de rayos gama desde la Tierra con una red de entre 50 y 80 telescopios, es la Argentina.
“En el hemisferio sur hay dos grupos de países que se postulan con fuerza y están compitiendo para ser sede de este enorme observatorio -dice el doctor Félix Mirabel, investigador superior del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio y ex director de los telescopios de la Agencia Espacial Europea (ESA), que actualmente está a cargo de los aspectos de infraestructura y evaluación de sitios para el nuevo proyecto-. Por un lado, Sudáfrica y Namibia, y por el otro, Brasil y la Argentina. Sudáfrica es un país prioritario para la Unión Europea, pero la Argentina tiene antecedentes que pueden inclinar la balanza a su favor.”
Para decidir dónde se instalará el Cherenkov Telescope Array (CTA o Red de Telescopios Cherenkov), el consorcio que reúne a investigadores de Europa, Estados Unidos, Japón, Sudáfrica, Brasil y la Argentina tendrá en cuenta muchos aspectos, desde facilidad de acceso a la energía, hasta caminos, rutas y redes de comunicación.
“Pero uno de los aportes fundamentales que puede hacer el país anfitrión es el de personal de construcción y operación -subraya Mirabel-. Nosotros ganamos experiencia con el Observatorio Pierre Auger [de detección de rayos cósmicos de alta energía, en Malargüe, Mendoza], gracias al cual contamos con científicos y técnicos para los que esto sería la continuación natural.”
A diferencia del Pierre Auger, que busca partículas ultraenergéticas como protones o núcleos atómicos, el Cherenkov tratará de detectar fotones, luz. “La ventaja es que no son afectados por el campo magnético terrestre, como ocurre con las partículas cargadas -explica Mirabel-. Una de las dificultades que tiene el proyecto Auger es que resulta muy complicado ubicar la fuente que emite esas partículas, justamente porque los campos magnéticos influyen en su propagación. Con los fotones ocurre al revés: el magnetismo terrestre no los afecta, por lo que es posible determinar de dónde vienen con mucha precisión.”
Los fotones de los que habla el científico provendrían de estrellas compactas, agujeros negros y estrellas de neutrones. Para los físicos, resulta una oportunidad incomparable de estudiar objetos que sólo pueden producirse en estos “aceleradores” naturales, con energías millones de veces superiores a las que pueden alcanzarse en la Tierra.
Una de las preguntas que esperan responder es de dónde vienen los “destellos de rayos gama”, los fenómenos electromagnéticos más luminosos del universo y que se producen cuando estrellas masivas que agotan su combustible nuclear colapsan y forman agujeros negros.
“Estamos elaborando la posibilidad de detectar estos fenómenos en la época inicial del cosmos -cuenta Mirabel-. Justamente una de las posibilidades es detectarlos en estrellas que se formaron en las primeras épocas, las llamadas de «población III» [la primera generación que se formó tras el Big Bang]. También vamos a enfocar un tipo de objetos particulares, las estrellas compactas binarias. Se van a poder estudiar mucho mejor con estos telescopios que con satélites.”
Con un costo estimado de 300 a 400 millones de euros, el CTA pondrá en práctica un nuevo concepto tecnológico que utiliza la atmósfera como lente. “Los telescopios tendrán espejos de 6, 12 y 24 metros de diámetro, y serán capaces de detectar un «haz» de radiación ultravioleta que se produce cuando esos fotones ingresan en la atmósfera. Luego, por triangulación, se puede reconstruir de dónde provienen.”
Hasta ahora, los probables sitios para recibir este proyecto, en el que confluyen áreas de la física de vanguardia, son El Leoncito, en San Juan, y una planicie a 2700 m de altura y 20 km al norte de San Antonio de los Cobres, en Salta. Más allá de lo científico, estos emprendimientos permiten el desarrollo de nuevas técnicas de ingeniería y construcción, y generan trabajo. “La Argentina ha ganado prestigio y se propone tener un rol protagónico -dice Mirabel-. Estamos en la etapa preparatoria, que dura tres años. Ya hay un compromiso firmado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Conicet y la Comisión Nacional de Energía Atómica. Es un desafío prioritario para la astrofísica local y tenemos buenas posibilidades.”

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